Historia

Los Estudios San Miguel, fueron, sin exagerar, uno de los más grandes y completos de Sudamérica. También conocido como el “estudio fantasma”, por prohibirse la entrada a periodistas y críticos mientras duró su construcción, o como “La vaca de San Miguel”, porque le daba de comer a varios vecinos de la zona de la ciudad de Bella Vista donde estaba emplazado. 

En el momento de su inauguración, el estudio ocupaba una superficie de 30.000 metros cuadrados aproximadamente.  La primera galería levantada, según los planos diseñados por expertos de la Warner Brothers de Hollywood, tenía una superficie de 20x30x10 metros.

A los pocos años, el estudio sumaba un total de cinco galerías, de dimensiones similares más otra para efectos especiales, con fosos adaptables para distintos trucos, incluso para el rodaje de escenas con agua. Dentro de los elementos técnicos, se contaba todo lo necesario para los efectos de lluvia y viento. Lo completaba 25 camarines individuales, más dos colectivos para los extras, dos salas completas de maquillaje, dos salas de peluquería, guardarropa, almacenes, bar y restaurante. El complejo tenía su entrada principal, una salida secundaria y un túnel que pasaba por debajo de la calle y conectaba directamente con el terreno utilizado para los exteriores. Este pasaje servía para conectar rápidamente con el laboratorio y también para evitar que las grandes figuras tuvieran contacto con los curiosos y periodistas que merodeaban la zona. 

El complejo tenía dos salas de grabación y doblaje de sonido, más dos salas de proyección.  Contaba con un total de 14 cámaras, un equipo de sonido RCA más dos grabadores portátiles para exteriores, dos camiones de sonido, equipo de projecting, material de iluminación Mole Richardson completo para las cinco galerías, con dos lámparas de arco. 

También funcionaban los talleres de escenografía, carpintería, yesería, herrería, electricidad, tornería, y talleres de reparación de cámaras. Aparte de un laboratorio fotográfico completo, y además de los depósitos de escenografía y utilería. También se había construido una gran bóveda de hierro para el almacenaje de los negativos. A la manera de los bungalows de los estudios americanos, se construyeron 4 chalets totalmente amueblados como residencia para las estrellas. 

Al complejo de Bella Vista, se debe sumar los estudios SIDE, adquiridos por San Miguel en 1941, junto con toda su producción fílmica. Entre los títulos destacamos Besos Brujos (1937), Don quijote del altillo (1936), y Caprichosa y millonaria (1940). Con una ubicación excelente a pocos minutos del centro de la ciudad, fueron utilizados para varios rodajes y también como depósito de vestuario. Muchas películas, entre ellas algunas de Libertad Lamarque (habitué de los sets desde los años 30), fueron rodadas en el antiguo estudio de Alfredo Murúa.

Todo se hacía a lo grande. Mucha inversión que la mayoría de las veces no se recuperaba desde la taquilla. El capital monetario de la empresa provenía de fuentes ajenas al cine. Su director general, Miguel Machinandiarena, poseía la concesión de los casinos de la provincia de Buenos Aires y luego fue también propietario del “Complejo La Salada”, un balneario de aguas curativas. 

Entre 1938 y 1952, se filmaron en San Miguel aproximadamente 80 películas. Muchas de ellas se convirtieron en clásicos de la cinematografía argentina. Se destacan Petróleo (1940), Melodías de América (1942), En el viejo Buenos Aires (1942), con guion de Alejandro Casona y protagonizada por Libertad Lamarque. La guerra gaucha (1942) primera producción de Artistas Argentinos Asociados, fue rodada en San Miguel. Esta epopeya inicial de una sociedad cinematográfica que soñó ser un símbolo de calidad, pero que lamentablemente solo pudo sostenerse pocos años en este camino.

La lista de filmes nacidos bajo este sello es extensa, llegando a la suma aproximada de 90 producciones. Algunos han trascendido al tiempo por diversos motivos, estéticos e históricos. La cabalgata del circo (1945), convertida por diversos motivos en imprescindible en la nómina de clásicos del cine argentino. El elenco de grandes figuras fue encabezado por Hugo del Carril y Libertad Lamarque, secundados por nombres importantes, entre ellos Eva Duarte, en uno de sus primeros roles destacados. Siguen en la lista las adaptaciones de grandes clásicos como Casa de muñecas, El pecado de Julia y otros. En este estudio filmó Carlos Hugo Christensen dos filmes también fundamentales: No abras nunca esa puerta y Si muero antes de despertar, ambas de 1952 y basadas en relatos de William Irish.

El listado de grandes directores que pasaron por este estudio es también extensa, destacando al mencionado Christensen, junto a Mario Soffici, Eduardo Morera, Antonio Momplet, Lucas Demare, Carlos Schlieper y Homero Manzi. También Vlasta Lah, la primera directora del cine sonoro argentino, tuvo una destacada labor como asistente de los más importantes directores que pasaron por el Estudio San Miguel.